No lloran, pero se ponen irritables. Suelen rechazar ayuda médica porque los hace sentirse débiles.
“Invade cada poro de tu cuerpo y te afecta la forma en que amas, en que eres”: Steve Lappen, escritor.
“Perdí interés en mis hijos”: René Ruballo, policía.
“Piensas que va a ser así toda la vida. Pierdes tus esperanzas y piensas que hay una sola manera de acabar con esto: el suicidio”: Bill Marumaya, abogado.
Todos ellos son hombres diagnosticados con la misma enfermedad. Sus testimonios fueron recopilados por el Instituto Nacional de Salud Mental de EE. UU., para mostrar que a los hombres sí les da depresión.
Según esa entidad, pese a que las mujeres tienen 70 por ciento más probabilidades de padecerla, a más de seis millones de hombres se les diagnostica cada año en ese país. Una cifra que, según los especialistas, suele ser invisible por diferentes razones.
En sus estudios epidemiológicos, Myrna Weissman, profesora de Psiquiatría de la Universidad de Columbia, ha confirmado que las mujeres tienen mayores tasas de depresión que los hombres. Sin embargo, ellos tienen muchos más obstáculos para buscar ayuda, por lo que no son diagnosticados.
“No buscan tratamiento con la misma frecuencia que las mujeres. Ellas recurren a los médicos a edades mucho más tempranas, lo que se intensifica con la maternidad, de manera que tienen más probabilidades de que se les detecte la depresión”, dice Weissman, que dirige el Departamento de Epidemiología Clínica Genética del Instituto Psiquiátrico de Nueva York.
Dean MacKinnon, profesor de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Johns Hopkins, una de las instituciones de investigación más importantes del mundo, asegura que los estudios poblacionales muestran que los trastornos depresivos son hasta dos veces más comunes en mujeres.
“Casi todo el mundo probablemente ha visto a una mujer con depresión. Por eso, la enfermedad tiende a asociarse más con las mujeres”, dice el especialista. En consecuencia, afirma que los hombres tienen más dificultades que ellas para reconocerla: para el hombre, la depresión es vista como una debilidad, como una falta de fuerza, de voluntad.
“Sucede, por la misma razón, que a los hombres no les gusta parar y pedir orientación cuando conducen un auto y se pierden. Implica una aceptación de vulnerabilidad y significa ponerse en las manos de alguien que puede darles un mal consejo”, agrega MacKinnon.
Un estudio realizado el año pasado por Myrna Weissman y publicado en American Journal of Psychiatry indicó que la patología en mujeres era mayormente disparada por factores como el divorcio. Para los hombres, la depresión estaba mucho más relacionada con tensiones financieras, legales y laborales.
De acuerdo con la Nami, la organización de salud mental más grande de EE. UU., la manera de experimentar la depresión varía entre hombres y mujeres.
“En ambos sexos se experimentan problemas de sueño, desesperanza, culpa, falta de apetito y energía, y prima un sentimiento de que no vale la pena vivir. Sin embargo, las mujeres tienden a llorar mucho más”, comenta Weissman.
“Ellos tienden a sentirse más cansados e irritables y a perder interés en su trabajo, su familia o sus hobbies. Presentan cefaleas, molestias abdominales y dolores inexplicables, por lo que consultan al internista o al médico general. Estos no siempre identifican el problema depresivo de fondo y mantienen al paciente por algún tiempo sin el tratamiento adecuado”, afirma Andrés Heerlein, psiquiatra miembro de la Academia Chilena de Medicina.
Sin sentimiento
Heerlein dice que los hombres suelen ser reacios a hablar de sus sentimientos, sobre todo con extraños. Sin embargo, Brett Scholz, del Centro para la Psicología Aplicada de la Universidad de Canberra (Australia), resalta un matiz: “Asumimos que los hombres no hablan de sus sentimientos, por lo que no iniciamos charlas con ellos sobre el tema. Pero no es que no quieran, simplemente no han tenido la oportunidad de hacerlo. Si empezamos a hablar con ellos sobre sus sentimientos, probablemente podrán ser mayormente diagnosticados y tratados de forma más rápida”. En ese sentido, Scholz sugiere que hay más diferencias en la forma de experimentar la depresión entre individuos que entre hombres y mujeres.
La psicóloga Mirentxu Busto coincide en que los hombres recurren a un especialista después de sufrir un episodio puntual, como una crisis de pánico, y nunca por voluntad propia. Por lo general van porque su pareja los presiona y, por eso, está convencida de que para diagnosticarlos se deben usar criterios distintos de los que se aplican a las mujeres. Según ella, incluso estando frente a un especialista es difícil convencerlos de hacer terapia.
“Si en la consulta le preguntas a un hombre si ha estado más sensible, probablemente sentirá que quieres decir que es débil. Los hombres aceptan la terapia cuando sus síntomas son producto de una falla de serotonina, es decir, cuando tienen un origen biológico, y si bien no es posible detectarla en un examen, es una falla real, y no implica falta de carácter –señala la experta–. A las mujeres se nos permite expresar las emociones de dolor, de sufrimiento. Es algo natural. A ellos, desde chicos, se les inculca que sentir esas emociones no es cosa de hombres”.
Efectos
Sexo y respuesta a los fármacos antidepresivos
“Ciertos estudios sugieren una respuesta más rápida y efectiva de las mujeres a los antidepresivos serotoninérgicos, mientras que los hombres han revelado una mejor respuesta a los fármacos tricíclicos. Los estrógenos podrían jugar un rol en esto, pero no hay evidencia científica suficiente hasta el momento”, dice Andrés Heerlein, psiquiatra miembro de la Academia Chilena de Medicina.
Brett Scholz, del Centro para la Psicología Aplicada de la Universidad de Canberra (Australia), afirma que la respuesta a los medicamentos tiene que ver más con las diferencias individuales que aquellas entre hombres y mujeres.
“Decir que hay diferencias de género significativas para determinados fármacos sugiere que el sexo es más importante para la respuesta del organismo que la edad, la dieta, el estilo de vida y otros trastornos”, critica.
Según la psicóloga clínica Mirentxu Busto, autora del libro La tranquila adicción de Santiago, una investigación sobre el consumo de benzodiazepinas en Chile, los hombres suelen preferir el alcohol y las drogas ilícitas a los ansiolíticos y los fármacos hipnóticos, a diferencia de las mujeres, porque estos tienen efectos secundarios sobre su sexualidad. Las mujeres, dice, buscan ayuda psicológica.
MURIEL ALARCÓN
El Mercurio (Chile)
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